sábado, 30 de junio de 2012

La Pastora: lugar de memoria, hermandad y gozo


Vecinas de la parroquia comparten sus recuerdos

Miembros del club La Bendición de Vivir comparten algunas de sus anécdotas, mostrando el lado humano y cariñoso de aquellas personas que, día a día, trabajan por el mejoramiento de su comunidad  

Neyda Urbáez

Durante la celebración del 8vo aniversario del club La Bendición de Vivir, grupo pionero en iniciativas de ayuda a la comunidad, sus miembros decidieron compartir algunas de las experiencias más significativas que han vivido a lo largo de todos sus años en La Pastora, con lo cual, además de mostrar un lado más humano de la parroquia, y de quienes trabajan en pro del beneficio común, reafirmaron que “recordar es vivir”.    

Santiaga Morillo es una mujer de 83 años, quien creció en La Pastora y crió a sus hijos ahí, al igual que a algunos de sus nietos y de sus actuales 22 bisnietos. En parroquias como esta, que aún conserva sus calles estrechas y sus casas, propias del estilo colonial, Santiaga, mejor conocida como “Santi”, no es solamente una vecina sino que es familia, según comentan sus amigas miembros del club. 

"Santi", una de las abuelas con más tiempo vivido en la parroquia
En esta comunidad no faltan las anécdotas. Helena Millán, cronista de la parroquia, comentó que, cuando ella era joven, su padre y algunos de sus amigos eran muy “serenateros”, y que una noche al regresar de dar una serenata vieron a “La Llorona” (esa mujer cadavérica que forma parte de nuestra tradición oral) cerca de una quebrada, razón por la cual existe una quebrada en Sabana del Blanco a la que llaman “Quebrada La Llorona”.  

Mayelín Vásquez, doctora cubana que si bien no es miembro del club se siente muy cercana a él, confiesa que ella no esperaba encontrar el amor cuando llegó a Venezuela en el 2007, pero que, contra todo pronóstico, se enamoró. René Mejías, esposo de la doctora, formaba parte del programa de salud de la parroquia. Fue de esta manera como se conocieron, y “como él consiguió que ella se enamorara”. 

Lucía Trujillo también conoció el amor La Pastora, pero fue a la edad de 67 años cuando terminó “dándole el sí” a su enamorado de toda la vida, a quien cuidó y apoyó durante los últimos días de su vida. “Para eso estamos –dijo Lucía –para dar cariño y, sobre todo, para vivir. No importa a qué edad lo hagas”. 

Estas mujeres coinciden en que todo lo que han vivido la parroquia es lo que les hace quererla de la manera como lo hacen, y sentirse en familia cuando se encuentran entre vecinos. Es ese cariño lo que les impulsa a trabajar por la comunidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario